jueves, 9 de octubre de 2008

Te ruego

Lástima que nada conforte a este viejo rezonguero
Ladrón de sueños ajenos, de continuo trastorno
Sadomasoquista de escritorio, soberbio y altanero
Amigo del anhelo, hermano del no respondo.

De huesos roídos ante la estancia de la nada
Ante el fusilamiento de miradas perversas
Bajo la sequedad de la lluvia exigua
Sobre la humedad del desierto en vela.

Tiende el puente entre la caricia y el sarcasmo
Acongoja mis miedos, quiéreme entre espasmos
Ruégale al cielo, aquel atormentado de púrpura
Que con cada caricia de brisa me indulta, absorba el suelo.

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