Caminé con ímpetu por el trecho del no se dónde
Transé mis deudas con el interminable camino
Imágenes centellantes me acosaban en el transcurso
De realidades inmutables que se desvelaban envidiables
Y no sentí la fatiga, sólo el odio al ego
Y el ego sosiego del sesgo vanidoso
Alimentaba la conciencia del trecho finito
Y caminando a paso firme, odié al Dios ajeno
Con tanto pensamiento oportuno y anestésico
Una de mis pasiones calló degollada
Al tiempo que el camino se hacía mas estrecho
Y seguí huyendo recurriendo a la nada
Admiré a los felices, estáticos pasajeros
Envidié a los libres, galanes extranjeros
Y me sentí desdichado al volverme potencia
Y caminé enojado inmerso en la demencia
Tan pronto mis pasos se hicieron eternos
Caí de cuenta que el paseo fenecía en mi regazo
Caí de cuenta que en el transcurso de la distancia
Me enfrentaba a la morada, la residencia y al fracaso.
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