sábado, 11 de octubre de 2008

Ella y yo

Homicidio del perpetuo deseo de libertad neurasténica
Es la estrechez que mana de tu idealización del cariño
Y otra tarde, otra riña, otra sombra, otro olvido
Inmaculado desquicio que corre por tus venas.

Y no quiero escribir los versos más tristes esta noche
Tampoco besar con soberbia las almas ajenas
No hay vanidad que conforte el continuo reproche
De odiarte en lamentos asfixiados de pena.

Tu rostro flameado de egoísmo al no compartir mi esencia
Revuelca hastíos bañados con sal y arena, sirena.
Sirena de canto sombrío, de noches en vela, de agua de rocío
Sirena que tal vez de pena me haz adormecido, ¡de pena!

Entrego ante ti mi anatema, mi círculo vicioso en el vacío
Porque nunca fui mi alfa ni mi omega, sólo un niño perdido
Y mirando el universo anacrónico de mi techo que coarta
Seco el llanto en una carta sellada con nostalgia y rio.

No hay comentarios:

Powered By Blogger